Todos los días tomamos decisiones, muchas veces de forma sistematizada y en otras más, nos enfrentamos a decisiones que nos cuestan mucho trabajo por que determinarán nuestro futuro.
Vivir significa elegir, por que cuando no lo hacemos, las circunstancias elegirán por nosotros sin tomar en cuenta lo mejor para nuestro bienestar. Hay momentos en los que nos encontramos en situaciones estresantes que nos bloquean e inmovilizan, incapacitándonos para tomar una decisión.
La primera emoción a la que nos enfrentamos ante una decisión es el miedo a equivocarnos. La dificultad de renunciar a las opciones que no elegimos nos representa un diálogo interno donde interviene una crítica severa y esto mina la autoconfianza, haciendo más difícil la toma de nuevas decisiones.
Como resultado postergaremos la toma de decisiones o bien nos precipitaremos sin reflexionar para evitar la angustia que produce afrontar este proceso.
Algunas personas piensan que tomar una decisión incorrecta, es un fracaso irreparable, cuyas consecuencias pueden ser catastróficas e imposibles de modificar, pero la realidad es que todos nos equivocamos en muchas de nuestras decisiones.
En vez de pensar que no podremos vivir con las consecuencias o qué, quedaremos expuestos ante la crítica de los demás. Debemos entender que equivocarse es la forma que tenemos de aprender a tomar responsabilidad de nuestros actos.
La autoconfianza nos ayuda a enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones, aunque suceda algo inesperado tenemos que encontrar dentro de nosotros los recursos para empezar de nuevo. Muchas ocasiones hacer un listado de ventajas y desventajas, nos podrá ayudar a tomar una decisión más adecuada.
Confía en tu intuición y que nadie tome la decisión por ti, y así evitarás un escenario de culpas innecesario.
