Los celos es una de las tantas emociones que nos acompañan a lo largo de la vida, pero cuando son mal gestionados o dejamos que rijan nuestra mente nos pueden convertir en personas sumamente inseguras.
Se pueden sentir celos por muchas cosas, por ejemplo: que el amor de un padre sea mayor hacia un hermano, amigos que sacan siempre premios de excelencia en la escuela, un compañero de trabajo que recibió un aumento de sueldo o incluso el que a nuestra mejor amiga siempre le reconozcan su belleza.
En el caso de la pareja se puede crear esta impresión donde nuestra pareja nos pertenezca, como si fuese un objeto y aquí es donde conectamos con una especie de alarma cuyo mensaje es “cuida de tu patrimonio, porque alguien más se lo podría llevar”, esto lo único que crea es inseguridad que crece día a día y lleva a tomar medidas poco coherentes.
Todos nosotros entramos a una relación con déficits emocionales, que al no reconocerlos se puede crear una dependencia hacia la pareja, resultado de una baja autoestima y miedo a la soledad.
La pareja necesita autonomía para cada uno de sus miembros, crecer personal y profesionalmente. Crear un vínculo sano con nuestra pareja implica crear lazos fuertes donde la independencia crezca y la confianza igual.
Es necesario echarse un clavado hacia nuestras deficiencias emocionales, observar nuestro autoconcepto, autoestima y trabajar en ellos. Los celos normales aparecen y se expresan como cualquier otra emoción y nos sirven para expresar cierta inseguridad que nos genera alguna situación, sin embargo, los celos patológicos pueden arruinar nuestra vida, nulificándonos y convirtiendo nuestras relaciones en un infierno.
“Los celos son una ceguera que arruina los corazones; quejarse y querellarse no representa signos de afecto sino de locura y malestar”.
Gasparo Gozzi