Hoy en día, en medio de un mundo excesivamente digital, es común crearnos películas mentales sobre cómo es que debería ser nuestra relación ideal, a qué lugares deberíamos viajar y cómo debería ser nuestra vida de ensueño.
Y es que, ¿te ha pasado que ves en redes sociales la vida maravillosa de tus “amigos”? y te preguntas ¿por qué mi vida no es tan espectacular? ¿acaso yo no lo merezco? Después de esto viene una sensación de pesadumbre y hasta de decepción, pero ¡no te agobies!, recuerda: no todo lo que brilla es oro, y no todo lo de las redes sociales es verdad.
Cuando permitimos que estos pensamientos o creencias destructivas se apoderen de nuestra esencia, comenzamos a debilitarnos mentalmente, por que comenzamos a caer en trampas psicológicas, convenciéndonos de que no somos lo suficientemente buenos para “merecer el éxito, el amor o la felicidad”.
Pero ¿cómo identificar mis creencias autodestructivas?
La autocompasión. Es un pensamiento poco saludable que nos lleva a colocarnos en el lugar de víctima con frases como ¿por qué me pasa siempre a mí? De esta forma evitamos hacernos cargo y se lo dejamos a la mala fortuna.
Me lo debe el universo. Vivimos en una sociedad donde nos han enseñado que, si trabajamos arduamente, veremos una recompensa; pero no siempre es así. Este tipo de pensamientos nos conducen a la decepción, pues caemos en la falacia de expectativas no cumplidas.
El problema son los demás. Cuando cedemos el control, permitimos que estos otros gestionen nuestras creencias, hasta el punto en el que perdemos la capacidad de tomar acción. Las frases más comunes son: tú me haces enojar; tú me haces sentir mal; por tu culpa no comí.
Lo primero es hacer una pausa y cuestionarte, pero sin juzgarte; ahora comienza a identificar esas creencias que no te suman, por el contrario, te restan.